martes, 5 de abril de 2011

Bibliografía


Su vida con la familia:

Marcelino nació en 1789 cerca de Lyon, Francia. Su padre llegó a ser alcalde del pueblo, y por defender y favorecer la religión tuvo que sufrir mucho durante la revolución francesa. Su madre era sumamente devota de la Virgen Santísima y le infundió una gran devoción mariana a Marcelino, desde muy pequeño, y le consagró su hijo a la Madre de Dios. Su tía que era muy piadosa le leía Vidas de Santos, y estas lecturas lo fueron entusiasmando por la vida de apostolado. La lectura de las Vidas de los Santos entusiasma mucho por la virtud.

Su vida en los estudios y el trabajo:

Creció sin asistir a la escuela, pero las lecturas caseras lo fueron formando en un fuerte amor por la religión.
Desde muy niño demostró gran capacidad para aprender la albañilería, la cual le será muy útil en sus fundaciones. También era ágil para el negocio. Compraba corderillos, los engordaba, para luego venderlos y así fue sus ahorrando, para poder costearse sus estudios.
Terminada la revolución francesa, el Cardenal Fresh se propuso conseguir vocaciones para el sacerdocio y fundó varios seminarios, Cerca del pueblo de Marcelino abrieron un seminario menor y un sacerdote visitador llegó a la casa de los Champagnat a invitar a alguno de los jóvenes a ingresar en el nuevo seminario. A Marcelino lo entusiasmó la idea, pero su padre y su tío decían que él no servía para los estudios sino para los oficios manuales. Sin embargo el joven insistió y le permitieron entrar en el seminario.

Las dificultades en el estudio:

Como le habían anunciado su padre y su tío, los estudios le resultaron sumamente difíciles y estuvo a punto de ser echado del seminario por sus bajas notas en los exámenes, Pero su buena conducta y el hacerse repetir las clases por unos buenos amigos, le permitieron poder seguir estudiando para el sacerdocio
En el seminario tenía otro compañero que, como él, tenia menos memoria y menos aptitud para los estudios que los demás, pero los dos sobresalían en piedad y en buena conducta y esto les iba a ser inmensamente útil en la vida. El compañero de Marcelino se llamaba Juan María Vianney, que después fue el Santo Cura de Ars, famoso en todo el mundo.
Poco antes de recibir la ordenación sacerdotal, él y otros 12 compañeros hicieron el propósito de fundar una Comunidad religiosa que propagara la devoción a la Stma. Virgen y fueron en peregrinación a un santuario mariano a encomendar esta gracia. Marcelino logrará cumplir este buen deseo de sus compañeros.




Ordenación y primeros oficios:

En 1816 fue nombrado sacerdote en un pueblo donde los hombres pasaban sus ratos libres en las cantinas tomando licor, y la juventud en bailaderos nada santos. La ignorancia religiosa era sumamente grande.
Marcelino se dedicó con toda su alma a tratar de acabar con esta situación y a procurar instruir a sus fieles lo mejor posible en la religión. Como tenía una especial cualidad para atraer a la juventud, pronto se vio rodeado de muchos jóvenes que deseaban ser instruidos en la religión. Y hasta tal punto les gustaba su clase de catequesis, que antes de que abrieran la iglesia a las seis de la mañana, ya estaban allí esperando en la puerta para entrar a escucharle.


Su fallecimiento:

Marcelino murió muy joven, apenas con 51 años el 6 de Junio de 1840. Los últimos 15 años había sufrido de una gastritis aguda, y un cáncer de estómago le ocasionó la muerte. Al fallecer dejaba 40 casas de Hermanos Maristas. Ahora sus religiosos son más de 6,000 en 870 colegios, en muy diversos países.
Ha sido beatificado el 29 de mayo de 1955 por el Papa Pío XII
Fue canonizado por su Santidad Juan Pablo II el 18 de Abril de 1999 por el Papa Juan Pablo II. En esa ocasión el Papa resaltó su fe inquebrantable así como su fidelidad a Cristo «incluso en las dificultades, en medio de un mundo que con frecuencia había perdido el sentido de Dios». «San Marcelino anunció el Evangelio con un corazón ardiente. Mostró sensibilidad a las necesidades espirituales y educativas de su época, especialmente a la ignorancia religiosa y al abandono que experimentaba particularmente la juventud»